Guillermo Parra, escritor venezolano autor de:
Phantasmal Repeats, (Petrichord Books, 2009)

Traductor de:

José Antonio Ramos Sucre, From the Livid Country (Auguste Press, 2012), José Antonio Ramos Sucre: Selected Works, (University of New Orleans Press, 2012).

.

¿Cuál es tu libro del día?

Mujeres recién bañadas (Random House Mondadori, 2009) de Carlos Ávila (Caracas, 1980). Ya cuando leí su primer libro, Desde el caleidoscopio de Dios (Editorial Equinoccio, 2006), quedé impresionado por su obra. Pero mientras los textos del primer libro no están relacionados entre ellos, en el segundo encontramos una serie de cuentos que se comunican y forman un conjunto enigmático. El libro se puede leer como un solo texto que nos lleva desde Caracas, pasando por el interior de Venezuela, hasta las montañas de Mérida: “Allá en el pico en el que vegeta la parsimonia y la templanza. Lejos del barullo ciudadano”. Los personajes de Ávila son casi todos jóvenes caraqueños o merideños, algunos de ellos apasionados lectores. Varios escritores sirven como modelos para el libro aunque el autor maneja su propio estilo, imbuido por la literatura, los viajes y la amistad. Entre sus páginas encontramos alusiones a Roberto Bolaño, Bob Dylan, Enrique Vila-Matas y David Foster Wallace, entre otros. En el cuento “Tiemblan las tumbas”, un grupo de amigos pasea por la ciudad de Mérida conversando. Uno de ellos lleva entre sus manos un libro de Ezra Pound, mientras cuenta una anécdota en un cementerio. Nunca sabemos por qué lleva el tomo, pero el detalle se convierte un aspecto esencial del personaje, que también aparece en otros cuentos del libro: “El de sombrero está de pie, tiene en la mano una antología mínima de poemas de Pound. Lo miro y lo escucho acostado boca abajo sobre otra tumba: una de baldosas azul claro”. Este es uno de los momentos cuando Ávila nos presenta sus historias a través de un personaje que a la vez es un lector, o por medio de otros que escuchan a alguien, así creando un laberinto de narradores y lectores dentro del libro. Mujeres recién bañadas abre con una cita de Rilke que nos recomienda: “…ame su soledad y lleve sobre sí el dolor que le causa; y que la expresión de su dolor tenga un hermoso sonido”. Estos cuentos son el resultado de un proceso poético en que la soledad de los personajes es transformada por la sutil prosa de Carlos Ávila. Los cuentos nunca se resuelven completamente y sus personajes no llegan a definirse. Es en esa ambigüedad que podemos apreciar un elemento naturalista que nos hace pensar en ellos durante mucho tiempo después de cerrar el libro.

¿Algún placer culposo literario?

Twitter, que me sirve como una herramienta para seguirles la pista a una gran variedad de escritores y amigos en distintos países. Pero también puede ser un lugar en donde pierdo demasiado tiempo leyendo noticias, opiniones y chismes. Uno se puede saturar de información allí, como advirtió Jonathan Franzen hace unos meses (noticia que leí por Twitter).

¿Un libro que haya marcado un antes y un después?

Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, que comencé a leer en diciembre de 2003. Hoy estamos saturados de Bolaño, se nos vende como cualquier producto globalizado, una marca similar a la de Kerouac, que supuestamente representa la rebeldía, la contracultura y lo exótico latinoamericano. Pero a pesar de ese mercadeo sigo respetando a Bolaño, porque me imagino que él mismo se hubiera burlado de su fama mundial. Amo a Los detectives salvajes por ser un intento de traducir la poesía a la forma de la novela. Es un libro que logra ser poesía y narrativa a la misma vez, como ocurre también con autores como Borges, Sebald o el guyanés Wilson Harris. Hay un aspecto muy personal de mi pasión por Los detectives salvajes. Me crié en una familia que durante los años setenta estuvo marcada por los ideales de la contracultura. Mis padres, mis hermanos y yo tuvimos una vida nómada que hizo de mi niñez una serie de eventos caóticos con muchos personajes que existían fuera de las convenciones sociales, tanto en Estados Unidos como en Venezuela y México. Al leer Los detectives salvajes, mi primera impresión fue de estar regresando a lo que vivió mi familia en los años setenta y ochenta. Por medio de la novela de Bolaño, pude viajar al pasado y observar algunos de los episodios de mi niñez desde la distancia de la lectura, y de esa forma conocer mejor a mis padres y su manera de enfrentar el derrumbe de su utopía.

.

@venepoetics en Twitter