Literatura en un tuit
29 Sábado Sep 2012
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in29 Sábado Sep 2012
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in27 Jueves Sep 2012
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inMichelle Roche Rodríguez
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Frente a la desaparición, casi total, de las revistas especializadas en crítica literaria, las redes sociales y los blogs de interesados en el tema se han convertido en brújulas para los lectores cuando quieren buscar una obra en las librerías. A algunos les parece que la transición entre el papel y la web desvirtúa la calidad de la reseña y otros piensan que lo importante no es dónde se lee, sino quién la escribe: buenos críticos redactarán piezas útiles. Lo evidente es que las redes sociales han contribuido a redefinir la promoción de la lectura y la relación entre autores y lectores.
De la revista Relectura que coordinaban Rodrigo Blanco Calderón y Luis Yslas sobrevive su grupo abierto de Facebook, que cuenta con 2.471 miembros. Allí se publican artículos y otras curiosidades literarias. Además, se ha convertido en un buen sitio para las discusiones. Para Yslas, las redes sociales han contribuido a que leer deje de ser un ejercicio de asceta: “Gracias a la influencia de los medios de comunicación, sobre todo los tecnológicos, la escritura y la lectura han pasado de la soledad a la solidaridad”.
Agrega que allí un escritor puede interactuar con sus lectores directamente y eso cambia las nociones de recepción: “Hay más velocidad y la gente asume la lectura y la escritura como zonas de paso. Es lo que Baricco llama la ‘sociedad de la mutación”.
De la misma opinión es Ricardo Ramírez Requena, que el próximo lunes –y hasta el 29 de octubre– dictará en la Biblioteca Los Palos Grandes el taller El Blog Literario en Venezuela, Comunidad Virtual y Cultura. Señala que el principal cambio que esta interacción promueve no es necesariamente en las obras sino en su lectura: “Cambia el lector, pues tiene acceso a una gran cantidad de opciones, debe elegir con rapidez y ante la avalancha debería volverse más selectivo en sus lecturas; esto no es garantía de calidad, sino de acceso a un público amplio”.
Brújulas de y sobre letras. Rodnei Casares, librero de Alejandría II, creó el hashtag #Librodeldía para promocionar publicaciones en Twitter: “Haciendo recomendaciones, tanto de lo que nos gusta a nosotros como a otras personas, Jonathan Bustamante (@LectorMetalico) y yo hemos creado con #Librodeldía una clientela 2.0, dentro de la cual han aparecido clientes reales atraídos por nuestras sugerencias”.
Casares indica que su propuesta incluye recomendaciones hechas mayoritariamente por lectores y libreros, pero que los jueves invitan a un escritor para que hable de sus obras favoritas. Últimamente completan la oferta con videos y otras herramientas virtuales: “No hay un plan preestablecido. Aquí se publica lo que la gente envía y ofrecemos el punto de vista del autor y del lector, pero siempre dándole el privilegio a este último”.
También en Twitter surgió @QueLeer, que cuenta con 514.360 seguidores y todos los días suma nuevos (en Facebook tiene 9.000). Es un microblog en cuyo perfil puede leerse: “Lectores caseros que buscamos experiencias literarias para enriquecer nuestro intelecto y nuestras bibliotecas”. María Alejandra Bello, que lo administra junto con Melissa Nahmens, señala que aunque las redes sociales atrajeron primero a los jóvenes, pronto otro público entendió que servían para conocer mejor los libros. “En la librería hay una barrera entre lector y escritor que las herramientas 2.0, que colocan la relación de tú a tú, han contribuido a difuminar”.
Bello considera que las redes sociales vuelven la crítica más inmediata y ayudan a los escritores a promocionar sus libros, por eso es que últimamente han proliferado otros géneros más cercanos a las nuevas tecnologías como, por ejemplo, la microficción.
En cuanto a los blogs internacionales dedicados a la lectura se encuentran el de Iván Thays, Moleskine Literario (http://ivanthays.com.pe/), el asociado con la revista catalana Qué Leer (http://www.que-leer.com/) y Papeles Perdidos del diario español El País. La próxima semana, El Nacional Web tendrá un espacio similar: Colofón, nombre que alude a la nota al final de los libros, que indica el lugar y fecha de la impresión.
La cifra
514.360 seguidores en Twitter tiene @QueLeer, el microblog de recomendaciones de libros.
@michiroche en Twitter
*Este trabajo fue publicado originalmente en el diario El Nacional el día 22 de septiembre de 2012
25 Martes Sep 2012
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inJonathan Bustamante
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Para el escritor no existe mayor drama que la sequía, aquella que inhibe al pensamiento dejando bajo la desolación el papel. Algunos deciden aceptar el silencio, otros morir antes de acobijar la castigadora negación.
Hasta hace unos días me encontraba deambulando en el desierto de las ideas sin encontrar un oasis que refrescara mis pensamientos. El miedo y la angustia me acompañaban frente al teclado inerte, ni una sola letra se ofrecía como voluntaria para el acto creativo. El abandono la única opción viable, sólo me quedó buscar refugio en la lectura.
Sin preverlo a mis manos llegó el libro que iluminaria la oscuridad de mi pesar: Bartleby y compañía de Enrique Vila-Matas. Un libro que navega entre la narrativa y el ensayo, teniendo como eje central el mal endémico de las letras contemporáneas que son la negación y la atracción por la nada. Bartleby, un personaje creado por Herman Melville da origen al extraño y extraordinario Síndrome Bartleby que no es más que la manera de definir a aquellos escritores que dejan de escribir.
A lo largo de sus páginas el autor nos pasea por anécdotas inyectadas de rasgos biográficos aderezados con pizcas de dulce ficción a través de los momentos de negación de los grandes escritores de la historia, unos más conocidos que otros lo cual hace de este libro un documento invaluable. Rulfo, Salinger, Wilde, Juan Ramón Jiménez, el Barón de Teive (uno de los heterónimos de Fernando Pessoa), Thomas De Quincey entre otros forman el universo de Bartleby y compañía.
Luego de la lectura he iniciado nuevamente el desarrollo de mis relatos (los cuales espero algún día publicar). He comprendido que el silencio de la negación puede ser inspirador. El silencio también es literatura. Pienso que la más grande obra es aquella que aún no se ha escrito..
@LectorMetalico en Twitter
20 Jueves Sep 2012
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inHéctor Torres, escritor venezolano autor de:
El amor en tres platos, (Editorial Equinoccio 2007), La huella del bisonte, (Grupo Editorial Norma), El regalo de Pandora, (FB Libros 2011), Caracas muerde, (Ediciones Puntocero 2012).
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¿Cuál es tu libro del día?
No es uno sino dos: Cosas que los nietos deberían saber, de Mark Oliver Everett, y Diario de invierno, de Paul Auster. Y son dos porque los leí a poca distancia de tiempo entre uno y otro y porque representaron el doble placer de volver al género de la autobiografía, permitiéndome disfrutar de dos testimonios honestos y valientes a la hora de exponer aspectos incómodos de la vida, sin poses, moralinas ni exhibicionismos narcisos.
Pero las similitudes de estos textos no se reducen a esa honestidad con la cual ambos personajes cuentan sus vidas, sino que además se trata de dos hombres a los que une el hecho de que los accidentes, dolores, culpas y frustraciones de la vida, lejos de producirles resentimientos, los iluminaron con la certeza de que ese camino que les tocó atravesar, sin mapas ni instrucciones, tiene una salvaje belleza que básicamente ha producido como resultado una inmensa gratitud y un deseo de reconciliación con la vida. Y lo reconocen sin pudor, lo cual exige mucha personalidad en una época en que la felicidad está tan desprestigiada.
¿Algún placer culposo literario?
No tengo placeres culposos cuando leo. Usualmente leo lo que me gusta, sin pudor ni cargo de conciencia. Si un libro me atrapa poco me importa si está bien o mal visto, o si ha sido desterrado del selecto canon de académicos y críticos. Igual sucede a la inversa: puedo reconocer en público y sin ningún pudor aquello que no me produjo placer al leerlo, por muy prestigioso que sea. Hay lecturas para las cuales no nos ha llegado el momento para que ese encuentro sea feliz.
La lectura es placer y en nuestra relación con ella si algo debe privar es la honestidad. Negar un libro que te proporcionó momentos felices es como negar un amigo por conveniencia.
¿Un libro que haya marcado un antes y un después?
A muchos libros les ha tocado ese feliz rol de ser maravillosos puentes que marcan un antes y un después en mi vida como lector. Son esas experiencias que destacan porque me hicieron mejor persona, porque me deslumbraron, porque lograron embrujarme con su universo particular o porque estremecieron mi visión del mundo. Son esos libros que he podido leer en medio de una multitud sintiéndome absolutamente solo ante el hallazgo. Esos que me hacían levantar la vista de cuando en cuando y ver a mi alrededor sintiendo que la vida como la había estado viendo no tiene sentido, que algo no estaba viendo que en adelante sí.
Entre esos libros podría mencionar: Ficciones, de Jorge Luis Borges; El enterrador, de Thomas Lynch; La maravillosa vida breve de Oscar Wao, de Junot Díaz; Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño y La mujer que se estrellaba contra las puertas, de Roddy Doyle, entre los que vienen con facilidad a mi mente, aunque la lista es más amplia.
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@hectorres en Twitter
18 Martes Sep 2012
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inJason Maldonado
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A más de uno le habrá sucedido que se encuentra con un libro y se dice: «¿Por qué no la había leído antes?». Esto me pasó con Santo oficio de la memoria de Mempo Giardinelli. Desde la primera página saltan las plurivalentes voces que narran, que cuentan desde su yo interno muy particular, la historia de la familia Domeniconelle y desde ésta, la argentinidad y su gentilicio con todas sus taras y grandezas.
La novela comienza relatando el asesinato del Nono Antonio y en torno a ese triste hecho, se va enarbolando el árbol histórico de un país formado por inmigrantes, especialmente por italianos, que llegaron con los sueños de grandeza en una maleta. Desde esta perspectiva, Santo oficio de la memoria, tiene mucho de novela histórica, pero sin ninguna pretensión académica, valiéndose de la ficción para que el lector sea quien compare, reflexione, investigue. Son los personajes los encargados de contar todo con una desenvoltura admirable, y muy especialmente, Ángela Stracciattivaglini (la Nona), que es centro de poder en la familia y timón de vida para muchas cosas. Es sarcástica, insoportable, brillante, impredecible y nada se le escapa; habla con propiedad envidiable de literatura, de música, de historia y hasta de los ciclos hormonales de la mujer. Este personaje, la Nona, como muchas que conozco en la vida real, no tiene pelos en la lengua. Te la tenés que bancar sí o sí con todo lo que se le ocurre. Como hecho curioso, uno de sus libros favoritos es el Manual de urbanidad y buenas costumbres del venezolano Manuel Carreño, texto con el cual tortura psicológicamente a sus hijas y nietas citándolo en cada oportunidad que se le presente, con poca sutileza y mano dura.
Si bien es cierto que la novela es compleja, no deja de ser entretenida, llena de humor y pletórica de descollantes parrafadas que atraviesan todo el siglo XX con tres generaciones de Domeniconelle dando el parte de vida con sus ambiciones, sus fracasos, sus temores, los amores vencidos, los inconclusos y los imposibles. Inmigración y exilio son puntos de anclaje para desarrollar el contexto que abarca toda la obra, y Mempo Giardinelli, los traza con maestría literaria, incluso con picardía y sensualidad gracias a estos personajes densos, profundos e inolvidables, que en su mayoría, son mujeres, pues los hombres de este clan no son muchos: no me gusta recordar la desgracia de los hombres de esta familia: encima que son pocos, los matan jóvenes…hombres nada ilustres, todos signados por muertes trágicas…y por una vieja loca, admirable pero loca, que no se cansa de jodernos la vida cada vez que puede…
Lo rico de ver a esta saga de italianos inmigrantes en Argentina, es que son extrapolables perfectamente a cualquier país de Latinoamérica, que al menos en el caso venezolano, tienen mucho en común. Ver cómo interactúan entre ellos (en la novela) es ver a cuanta familia italiana vive en Venezuela, y valga decir, para beneplácito de nuestra cultura. No obstante, dentro del texto existe también una clara presencia de ese machismo italiano tan recalcitrante, sin dejar de lado elementos racistas e incluso clasistas, que están allí atestiguando todo un proceso de formación histórico y social.
La memoria es ese encuentro al cual el autor nos invita a ejercitarnos, y parte de esa lúdica propuesta, está presente en un personaje que sin nombre, se llama “El tonto de la buena memoria”, pues lo único que hace es escuchar y escribir todo, no olvida nada y por ello se le torna insoportable a su propia familia. Con este personaje se añade un elemento oral a la novela para el disfrute de todos, y como diría el slogan de un banco ya inexistente en Venezuela, “no tiene ni un pelo de tonto”. Como bien dijo: lo que no saben es que no escribo para matar el tiempo, sino para revivirlo. Yo hago la memoria, la construyo escribiendo porque olvidar es matar. Es quien reconstruye la historia gracias a los cuadernos que le sirven de terapeuta, y a través de éstos, abulta el haber de la memoria colectiva de los Domeniconelle.
Santo oficio de la memoria, novela ganadora del Premio Rómulo Gallegos en 1993, sencillamente una obra maestra fascinante.
Un trío de magníficas frases:
El silencio es como un chocolate hirviente que nadie quiere beber porque está envenenado.
La culpa es la ira sutil de Dios.
El amor, esa dulce obstinación que tenemos por encarcelar nuestra libertad.
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@libreriasonica en Twitter
13 Jueves Sep 2012
Posted Entrevistas
inEnza García Arreaza, escritora venezolana autora de:
Cállate poco a poco, (Monte Ávila Editores 2008), El bosque de los abedules, (Editorial Equinoccio 2010), Plegarias para un zorro, (bid & co. editor 2011).
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¿Cuál es tu libro del día?
Estoy en Habla, memoria, la autobiografía de Vladimir Nabokov. Se acaba la puesta en escena y el cuerpo se pone en guardia. No tengo reparos, voy idealizando al muerto en un mundo donde la literatura es asidero. Como sucede con la mayoría de sus obras, no se puede afrontar a la ligera por más que cierto furor amenace con apresurar la lectura: ya sabemos que la pasión de Nabokov por los detalles (la mecánica de la vida vegetal, los colores a través de una ventana, por ejemplo) convierten la experiencia de leerlo en un asunto alucinatorio. Si estamos frente a un recuento exhaustivo de una vida no es porque registre cada acontecimiento sino por el detallismo inescrupuloso en eventos puntuales. Además parece el testimonio de un niño con mañas de príncipe, tan desproporcionado en sus obsesiones como cualquier hombre de genio. Ni bien había empezado la senda cuando ya echaba pestes sobre el médico brujo vienés, faltándole bien poco para declarar que la música le resulta apenas soportable. Pero ganas un lugar donde los escudos no sobreviven: los retratos familiares, la extraña y a la vez natural presencia de los criados, el nacimiento de un primer poema y de un amor sobre el tablero de ajedrez que se formaba entre blancos abedules y negros abetos, de pronto, te es dado en las manos y en la próxima se te arrebata, como si ser ruso sin tierra fuera un asunto universal. Nabokov me gusta porque parece el antídoto perfecto frente a la desesperación de escribir para todo el mundo o para la etiqueta de moda.
¿Algún placer culposo literario?
No. Aquí no se permiten culpas. Para eso tengo el resto de mi vida.
¿Un libro que haya marcado un antes y un después?
En lugar de buscar ese libro en mi pasado distante, nombraré uno todavía fresco como una costra recién levantada en la rodilla. El museo de la inocencia, lo primero que leí de Orhan Pamuk. Hace dos meses hice una relectura y me vi incapaz de siquiera adelantar las partes fastidiosas. No creo que estemos frente a su mejor novela, Nieve o Me llamo Rojo la superan en cuanto a compromiso narrativo y si queremos, incluso, podemos decir que la superan en cuanto a compromiso histórico y social. Sin embargo, sé que no exagero cuando creo que esa primera lectura de Pamuk seguirá pulsando en mí con la fuerza de un libro capaz de registrar lo humano con toda la comodidad y la saña posible. Hemos atravesado por los sentimientos que pululan en esa historia: la prepotencia burguesa nos ha hecho creer que merecíamos todo sin mirar a los lados, sin detenernos a pensar en un país, en las ruinas de nuestro propio imperio; luego la puya del resentimiento nos ha hecho creer que merecíamos nuestra venganza. El amor es un sentimiento universal pero no más que el odio, el desdén o la obsesión con el tiempo que todo lo desmantela. Corremos a convertirnos en ruinas en un vasto e inútil museo, esa eternidad estéril que nos repite y nos repite y nos…
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@enzagarcia en Twitter
11 Martes Sep 2012
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inJonathan Bustamante
Craig Russell trae el lado oscuro de aquellos relatos que nos han acompañado a todos en nuestra infancia, historias con personajes carismáticos donde se muestran hechos moralmente correctos, narraciones que leíamos con atención y admiración. Me refiero a los cuentos de los Hermanos Grimm.
Los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm se dedicaron a viajar y a compilar los relatos pertenecientes al folklore alemán. Al paso del tiempo dichos cuentos fueron editados y cambiados debido a las censuras de las que fueron objeto, aunque los Grimm siempre dijeron que sus cuentos no eran para niños los mismos terminaron “suavizados” con el fin de cumplir con la alta demanda de lectores jóvenes. En sus ediciones originales dichos relatos difieren mucho de los que hoy en día conocemos, sus finales eran trágicos y más que dar una lección de moralidad, reflejaban los males de la sociedad de su tiempo; venganza, la envidia y la ira. El final de Blancanieves es claro ejemplo de ello, en su versión original la bruja y madrastra es forzada a bailar con zapatos de hierro al rojo vivo hasta morir, contrastando con el dulce final de la versión realizada por Walt Disney.
Inspirado en estos datos Craig Rusell (escritor nacido en Escocia) escribe Cuento de muerte (Brother Grimm, su título original) una de las mejores novelas dentro del género de Literatura Negra. Basado en sus experiencias como policía y su fascinación por la Alemania de postguerra, Russell arma una historia fascinante. Una serie de cuerpos sin vida comienzan a aparecer a lo largo de la ciudad de Hamburgo, lo que parece ser otro caso de un asesino serial se convierte en toda una pesadilla. Los cuerpos encontrados en posturas extrañas y en diferentes escenarios contienen mensajes alusivos a los cuentos de hadas. Jan Fabel policía y personaje central de la historia será el encargado de descifrar las motivaciones de la mente siniestra tras estos asesinatos.
Hay varios puntos resaltantes de la historia, una de ellos es la fascinación del autor por la ciudad de Hamburgo, desarrollando una descriptiva del entorno arquitectónico de forma vivencial, donde fácilmente el lector es engullido por el ambiente donde se desplazan sus personajes elaborados con precaución. La humanidad que el escritor le imprime a Fabel es aplaudible, un policía que no es invencible, a la vez de investigar tan atroces asesinatos en su vida personal es abordado por torbellinos de exigencias y dilemas por resolver. El punto más alto de la historia son los concernientes a los datos presentes del folklore alemán, específicamente aquellos sobre los cuentos de los Hermanos Grimm, donde el personaje central debe indagar e investigar para así poder entender al implacable enemigo con el que se enfrenta. Durante la investigación el lector se convierte en testigo silencioso de datos desconocidos, poniéndose al descubierto la otra cara de los Grimm, su fijación por la maldad humana expresada en cuentos típicos de cada región por donde viajaron. Narraciones que alimentaban el miedo de sus oyentes con la finalidad de que estos se comportaran dentro de las normas sociales establecidas.
Craig Russell se sumerge en los cuentos de hadas revolviendo sus aguas, las pesadillas emergen mostrando que tras la belleza de la luz se esconde una implacable oscuridad. Debo advertirles que dentro de las páginas de Cuento de muerte habita el más despreciable de los asesinos en la historia de la literatura. Aquellos que son padres y acostumbran a contar un cuento a sus hijos antes de dormir, quizás después de leer ésta novela, lo piensen dos veces.
@LectorMetalico en Twitter
06 Jueves Sep 2012
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inWilly McKey, escritor venezolano autor de:
Vocado de orfandad, (Editorial Fundarte, 2008), Paisajeno, (Autoedición, Caracas 2011).
¿Cuál es tu libro del día?
Atlas portátil de América Latina. Arte y ficciones errantes, de Graciela Speranza. Fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo de este año y es una manera fascinante de leer una cadena de ensayos críticos hermosamente engarzados entre sí gracias a conexiones entre literatura y plástica, pero sin tener el requisito ineludible de la conclusión. Es ensayo crítico y crítica cultural, pero con las dinámicas de un catálogo de arte y, al mismo tiempo, un atlas que determina espacios, consigue lugares, informa relieves y corrientes acuáticas que ayudan a comprender todo lo que se está generando en América Latina como un insumo generoso, como un punto de partida, como un recorrido por lugares posibles (e insólitos).
¿Algún placer culposo literario?
Hasta hace poco podía parecer un placer culposo ser un lector de cómics y novelas gráficas, pero afortunadamente ya no es así. Quizás pueda confesar culpas literarias sin placer, como que reconozco la importancia de El Principito en la lectura de muchos, pero nunca me ha gustado ni conmovido del todo, salvo el capítulo 21.
¿Un libro que haya marcado un antes y un después?
Son varios y dependen de muchas cosas que se olvidan más adelante, como todo aquello que cambia la vida. Moby Dick es un hito que me hizo creer en la aventura como manera de aprender, como todo cuanto tuvo que ver con personajes como Tom Sawyer y Allan Quatermain. Por otro lado, Watchmen me demostró que la literatura puede cambiar la historia mientras que Cubagua me mostró que puede cambiar el tiempo [antes que Tarantino]. Y mientras Los detectives salvajes me convencieron de que siempre podrá hacerse literatura con la literatura, Alfredo Silva Estrada ponía las palabras lejos de todas las manos y dentro de todos los ojos. Pero en esas regiones también están películas como Blade Runner coexistiendo con Rayuela explicándole a uno el amor, o antihéroes como Cool McCool amando el peligro mientras Martín Romaña era víctima de sí mismo en un sillón Voltaire. Y Cervantes. Y Pessoa. Y Borges. ¿A quién no le ha cambiado la vida algo de Borges? Sin embargo, hecho este inventario, recuerdo que cuando terminé de leer La invención de Morel no podía creer que algo tan maravilloso terminara en Caracas. Fue espeluznante: debí haberlo terminado a las seis de la tarde de algún día porque, mientras me servía un café, en la tele empezó a sonar el himno nacional y me aterré. ¿Saben cómo termina La invención de Morel?
@willymckey enTwitter
Foto: Efrén Hernández Arias
04 Martes Sep 2012
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inLo dijo Jorge Volpi: “Seamos radicales: la literatura latinoamericana ya no existe”. El paradigma de los escritores nacidos en América Latina luego de la década de los ’60 –sostiene el mexicano- no es inventar un concepto de lo latinoamericano, sino descifrarlo: “trazar un holograma: novelas que sólo de manera oblicua, confusa y fractal, desentrañan el misterio de América Latina”.
Norte, la nueva novela del boliviano Edmundo paz Soldán, graba nuevos registros en este holograma a partir de la recreación literaria de dos mexicanos que se colocan en las antípodas de lo humano: un artista ingenuo y un asesino en serie. Ambas historias convergen en un tercer relato ficticio, sobre una doctoranda –boliviana- en literatura hispanoamericana que abandona la academia para dedicarse a la escritura de comics.
La trama de Jesús está pintada con trazos fauves, dejando al lector urgido. El autor lo muestra como un personaje aciago y desplazado, quien como demiurgo de la tragedia, consigue visibilizarse como el railroad killer. Su precaria ortografía es suficiente para dejar hablar la ira que le habita. La narrativa de la estancia de Jesús en la cárcel de Starke, convierte la literatura de Paz Soldán en una inquietante disquisición antropológica; y es, tal vez, lo mejor de Norte.
Ubicada en otro plano cronológico, Paz Soldán presenta la soledad que le fue impuesta a Martín Ramírez por el discurso de la clínica psiquiátrica. Desprovisto de su condición de sujeto, Martín encuentra en la pintura un modo de no perder las huellas de sus pasos en el confinamiento. Finalmente, Michelle, la incipiente escritora de comics, es el pretexto del escritor para rumiar los mitos de los escritores latinoamericanos en Estados Unidos: exotismo, visión subalterna, la obsesión de estandarizar a Bolaño con Jack Kerouac, el agotamiento de la academia como productora de conocimiento y en su lugar la instalación de lo meta como legitimidad de la propia referencia.
En esta novela de Paz Soldán, Latinoamérica ha dejado de ser un pueblo al sur de los Estados Unidos, y se ha instalado allí de manera orgánica. No hay más utopías, solo entropías de reflejos cruzados. Los personajes de Norte viven en Estados Unidos, sin que quede claro que allí sea donde pertenezcan. No en términos geográficos, sino en el modo vital de la trascendencia. “Ganaba más que allá, pero a cambio vivía una vida de sueños escasos” – resume genialmente uno de los personajes.
Norte recarga el holograma espectral del desarraigo y lo híbrido como catalizadores de lo latinoamericano. Paz Soldán no fijó estrategias de salida a las desesperanzas de sus personajes; y parafraseando de nuevo a Volpi, no hay nada que lamentar por ello.
Reseña hecha por @storytellerve09
storytellerve@yahoo.com
01 Sábado Sep 2012
Posted Podcast
inCinzia Ricciuti, Poeta y traductora. Ha colaborado para las revistas electrónicas: Letralia, La Casa Azulada, Los Hermanos Chang, La Parada Poética, Las malas juntas y País Portátil. Lleva el blog: http://verdadesqueasoman.blogspot.com Autora del libro:
Sin Acentos, Taller editorial El pez soluble (2011)
@cinziaricciuti en Twitter
Fondo musical: Bourée de Jethro tull